La gratitud es mucho más que decir “gracias”; es un estado del alma que reconoce la presencia de Dios en cada detalle de la vida. En hebreo, la palabra Hodayah proviene de Yadáh, que significa reconocer y alabar. Así, agradecer es ver la mano de Dios (Yad) actuando incluso en lo invisible.

En la Biblia, tanto en el pensamiento hebreo como en el cristiano, la gratitud es la llave que abre la comunión con el Creador. Pablo lo expresó así: “Dad gracias en todo” (1 Tesalonicenses 5:18), recordándonos que agradecer no depende de las circunstancias, sino de la fe.

🔹 Primer Nivel: Gratitud por lo Evidente

Agradecer por lo visible y agradable: la salud, la familia, la provisión. Es el nivel inicial, donde se reconoce la bondad de Dios en lo tangible.
🕯️ Ejercicio: Cada mañana, menciona tres cosas por las que das gracias.

🔹 Segundo Nivel: Gratitud en Medio de la Prueba

Aquí se aprende a dar gracias no por emoción, sino por fe. Se agradece aun sin entender, creyendo que todo tiene un propósito.
Ejemplo: Jesús dio gracias antes de multiplicar los panes, aunque la necesidad aún no se había resuelto.
🕯️ Ejercicio: Agradece por una dificultad y pídele a Dios que te revele el aprendizaje oculto.

🔹 Tercer Nivel: Gratitud como Estado del Ser

El nivel más elevado. No se agradece por algo, sino desde el alma agradecida. Es vivir en comunión constante con Dios, como Jesús cuando dijo: “Padre, te doy gracias porque siempre me oyes” (Juan 11:41).
🕯️ Ejercicio: Antes de orar, simplemente di: “Gracias, porque ya estás aquí”.

💫 Gratitud: La Llave del Reino

En la visión hebrea, la gratitud atrae la Shejináh, la Presencia Dios. En la visión cristiana, fortalece el gozo interior.
Agradecer transforma la queja en sabiduría y la escasez en abundancia.
No cambia las circunstancias, nos cambia a nosotros.

“Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza.” – Salmo 100:4