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🎃 Halloween: La oscuridad que se disfraza de inocencia

Cada año, el mundo celebra Halloween como una fiesta “divertida” llena de disfraces, dulces y luces naranjas. Sin embargo, lo que muchos ignoran es que esta fecha tiene raíces espirituales oscuras, y aunque parezca inofensiva, no hay nada inocente en celebrar lo que representa la muerte, el miedo o la oscuridad. No se trata de religión ni de fanatismo, sino de discernimiento espiritual, de aprender a ver más allá del disfraz.

El origen de Halloween se remonta a la antigua fiesta celta llamada Samhain, en la que se creía que los espíritus de los muertos regresaban a la tierra durante una noche. Las personas encendían hogueras y se disfrazaban para confundirse con esos espíritus, creyendo que así evitarían ser atacadas por ellos. Con el paso del tiempo, esta costumbre se mezcló con tradiciones católicas como el Día de Todos los Santos, pero su esencia nunca cambió: una celebración de lo oculto y lo espiritual fuera de Dios. La Biblia advierte claramente: “No sea hallado en ti quien consulte a los muertos, ni encantador, ni adivino.” (Deuteronomio 18:10-12). Cuando el pueblo de Dios imita las prácticas de las naciones, sin darse cuenta, abre puertas espirituales que contaminan el alma.

El enemigo no siempre se presenta con cuernos ni fuego; muchas veces se disfraza de diversión y modernidad. Halloween ha sido su herramienta perfecta para normalizar lo que Dios llama abominación: la muerte, la sangre, el miedo, los demonios, la hechicería. Aquello que en cualquier otro momento se consideraría oscuro o perturbador, esa noche se celebra, se promueve y se aplaude. Lo que el mundo llama entretenimiento, el Reino de Dios llama contaminación espiritual. El miedo y las imágenes de terror no solo afectan la mente, también programan el alma, especialmente la de los niños. Desde la psicología espiritual sabemos que cada imagen, símbolo o experiencia emocional deja una huella interna. Por eso, cuando un niño se disfraza de monstruo, bruja o espíritu, su subconsciente está asociando la oscuridad con alegría. Y esa semilla, aunque parezca pequeña, alimenta una conexión espiritual con el miedo, no con la fe.

El apóstol Pablo fue claro cuando dijo: “No participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas.” (Efesios 5:11). Como hijos de Dios, no fuimos llamados a mezclarnos con las tinieblas, sino a reflejar la luz. Celebrar Halloween, aunque sea “por los niños” o “por diversión”, abre puertas que luego cuesta cerrar. La oscuridad siempre buscará entrar por lo que parece inofensivo, y lo más peligroso de todo es cuando el creyente ya no distingue lo sagrado de lo profano.

Mientras el mundo celebra la muerte, el creyente celebra la vida. Mientras otros se disfrazan de sombras, los hijos del Reino se visten de luz. Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas.” (Juan 8:12). No necesitamos disfrazarnos para encajar en una cultura que ha perdido su rumbo; necesitamos manifestar el amor y la verdad del Espíritu Santo. Esa noche, cuando muchos levantan altares a lo oscuro, nosotros podemos levantar altares de adoración, oración y gratitud. Podemos enseñar a nuestros hijos que la verdadera victoria está en Cristo, y que la luz no necesita disfrazarse para brillar.

Participar en Halloween no te convierte en una mala persona, pero sí adormece tu discernimiento. Y el enemigo sabe que un cristiano sin discernimiento es fácil de distraer. El problema no es la fiesta, sino lo que representa espiritualmente. Cada acción simbólica tiene una energía y una puerta. Cuando una familia celebra lo que exalta la oscuridad, inconscientemente está cediendo autoridad espiritual sobre su hogar. Por eso, más que prohibir, este mensaje busca despertar. No es cuestión de religión, sino de entendimiento: no puedes celebrar la luz y la oscuridad al mismo tiempo.

Dios nos llamó a ser luz en medio de un mundo confundido. No necesitamos participar de lo que el mundo ofrece para sentirnos parte. Nuestro llamado no es seguir modas, sino establecer el Reino. Que esta temporada no sea una oportunidad para disfrazarte, sino para manifestar tu verdadera identidad en Cristo. La oscuridad se combate con luz, no con condena; con amor, no con miedo. Así que, mientras el mundo celebra Halloween, tú puedes celebrar la vida, la fe y la presencia del Espíritu Santo.

No apagues tu luz para encajar en las tinieblas.
No te disfraces para ser aceptado.
Eres hijo de la Luz, y la luz no se disfraza: se manifiesta.

Anthony Carreño

2 comentario(s)

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    Carmen Durango Martinez
    19 Oct 2025 9:38pm

    Exelente contenido no lo sabia gracias ministerio antoni carreño

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    Evelyn Wetter
    19 Oct 2025 9:09am

    Buen día bendiciones. me gustaría enseñarle esta corta enseñanza a mis hijos y amistades que no entienden estás cosas espirituales. desde hace años no e sido participe a estas costumbre nunca me llamo la atención le gracias a dios ,pero si me gustaría enseñarles a otros este significado con más claridad.bendiciones , gracias pastores.

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